LOS OPAS (otro drama burgués)
Tres hijos, cansados de mantener emocional y materialmente a su madre de 80 años, deciden asesinarla. En Los opas la primera escena gira en torno al plan del asesinato que se postergará hasta el final de la pieza y luego se repetirá interminablemente, como una acción en el infierno.
Esto significa que en el principio de una pieza de Dalmaroni, allí en el seno mismo de lo habitual, lo que se dice es terrible, porque quiebra precisamente lo que se tenía por normal. Digámoslo así: Dalmaroni hace decir una verdad atroz en el espacio habitual, que es siempre el espacio de lo normal y de lo normativo; en consecuencia, lo normal es lo terrible. O, más precisamente, lo habitual encubre lo ominoso, lo extraño, lo siniestro. Con esta palabra se tradujo al español un vocablo de Freud que dice exactamente esto: unheimlich. Lo unheimlich es lo contrario de heimlich, que significa lo habitual, lo habitable, lo que es familiar y cotidiano, ya que viene de Das Heim, el hogar. Piénsese que el terruño, la patria en lengua alemana tiene la misma raíz: se dice Heimat. Pero por extensión lo heimlich es también lo que está al abrigo del hogar, es decir, lo secreto. Lo unheimlich es aquello no habitual, no familiar, aquello que irrumpe en el ámbito de lo habitable para volverlo un infierno, ya que con ello surge lo que estaba oculto, lo que era un secreto a priori inconfesable. Y ese enunciado ominoso irrumpe asimismo en el teatro de Dalmaroni como una verdad salvaje en el seno de lo familiar. Lo siniestro es algo así como un secreto a voces, un secreto gritado, un secreto exasperadamente público.
De ese modo toda la pieza oscila entre el enunciado de la verdad o el descubrimiento del secreto; o bien entre el conocimiento de un secreto y su posterior encubrimiento, que no hace más que potenciar lo que busca negarse.
El teatro de Dalmaroni provoca una risa negra, un sarcasmo que sólo se soporta porque es absurdo o porque tiene la obscenidad de un chiste verde. Todos los personajes presentan, con el encubrimiento de la verdad inicial en manos de lo cómico, una historia inverosímil que es, sin embargo, el contrarrelato de las relaciones de parentesco, de los lazos familiares. Lo increíble es que todos los relatos familiares de las obras de Dalmaroni justifican este enunciado grotesco que cuenta de nuevo la novela familiar, de un modo tan divertido como insoportable.
Jorge Monteleone, crítico literario de “La Nación ”, autor del estudio preliminar a las obras de Daniel Dalmaroni.
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